miércoles, 2 de febrero de 2011

Querer Esquivar la verdad & no querer ver la realidad

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Casi siempre, cuando es momento de enfrentarse a la verdad, uno titubea, vacila, quiere salir corriendo.
Cuando la verdad llega y no queda más remedio que afrontarla, todos desearíamos ser ciegos, perder la
vista y hacer de cuenta que no vimos nada. Porque es así, la verdad duele, lastima, hiere. Cuando nos
chocamos con la realidad, cuando, sin querer, nos enteramos de algo que nos destruye el alma, el
corazón, todos anhelamos la posibilidad de volver el tiempo atrás. Pero lo extraño de esto es que nadie
quiere volver el tiempo atrás para cambiar la verdad, todos desean volver el tiempo atrás para no oírla,
para seguir con su vida, aunque vivan en una mentira. Que fácil, ¿no? Nadie hace nada para cambiar la
realidad en la que vivimos, todos prefieren huir y hacer como si nunca se hubiesen enterado, creyendo
que así todo puede llegar cambiar. Que ilusa esa gente que cree que siendo ciego no ves nada, porque
cuando SOS ciego las cosas ya no se ven, se sienten. Y eso es mucho peor. Cuando uno no ve la verdad, la
siente. Y por más que quiera huir, esa verdad lo persigue, porque cuando la verdad llega no sirve de nada
esquivarla, hay que afrontarla. Hay que llorar, reír, gritar, patalear. "No hay peor ciego que el que no
quiere ver", dicen. Hay que sacar todo lo que tenemos dentro, porque la ceguera no sólo no nos permite ver, si no que también nos enceguece al alma.

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